viernes, 24 de noviembre de 2017

Odio, a pesar del amor y la razón

Un tazón de odio con cereal
en la mañana,
dos vasos de odio con hielo
en el almuerzo,
tres copas de odio tinto
para la cena.

¿Está acaso el odiar
codificado en la programación
de algunas de las hélices
de nuestro ácido desoxirribonucleico
o viene empacado en las micropartículas
de antimateria que conforman nuestra alma
persistentemente imaginaria
(científicamente indemostrable)?

El simio primigenio
en la cuasi cúspide de la evolución
(a años luz de accidentes genéticos
del primer organismo unicelular
que la no-vida concibió)
golpeando su pecho con brutalidad
no era capaz de odiar...

mostraba su enojo, sí,
marcaba su terreno,
demostraba ser el alfa
de los machos,
exigía su derecho inalienable
a las hembras de su elección...

pero ¿odiar?

Ese contraste entre las enseñanzas
y cavilaciones de Platón, Confucio,
Mahoma, Jesucristo, Gandhi...

y el actuar impregnado de odio
de Servando, Alicia, Fernando y Magalí
(ponga usted los nombres que guste según
nacionalidad y raza que le sea significativa).

Esa oscura esfera infinita
que contiene la colosal guerra perpetua
entre oscura energía y oscura materia
entre luz y oscuridad
entre real materia versus real energía
entre electrones y protones
entre leyes cuánticas y macrouniversales...

no sabe de odio...

solo sabe de la armonía perfecta
entre cada uno de sus componentes
mágicamente dispuestos dentro
de su sidéreo espacio esferoidal.

¿Acaso odia la roca
que cada día es arremetida
con vehemencia por las fieras olas?

Mas nosotros:
odiamos al vecino al otro lado de la verja
porque nos mira feo
odiamos al vecino al otro lado de la frontera
porque su piel es de otro color
o porque le ora a dioses
distintos de los nuestros
o porque sus demonios internos
no hablan las mismas lenguas que los nuestros...

hasta nos odiamos a nosotros mismos
por razones que ni el simio primigenio
(aunque lo dotarán de razón)
podría comprender.


Detestable y rabioso odio que odia
que se regocija en el fervor del rencor...

¿y no nos dicta acaso la razón
y la lógica vulcana y humana
que seríamos más prosperos
si abandonáramos el odio
y en armonía persiguiéramos
nuestros fines sublimes?

Detestable y rabioso odio que odia
regocijándose en el fervor de su rencor...

a pesar de la fuerza de la razón
a pesar de la fuerza del amor.



@AljndroPoetry / xi-17













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