En el anverso
de mi mano izquierda
se esconde un verso
que mi mano derecha
necesita escribir.
En el fondo de la lágrima
que llora mi ojo izquierdo
está la fuente de tinta
que mi pluma anhela
para escribir ese verso.
En un jardín que aún no nace
está el rosal
que hace brotar la rosa
donde vive la musa
que en mi alma poética
hará brotar ese verso.
Y yo estoy aquí:
en el lado opuesto
de donde se esconde
ese verso,
sin haber llorado la lágrima
de mi ojo izquierdo,
en un desierto
donde no nacen jardines,
sin conocer la rosa,
ni sus pétalos,
ni a la musa;
y para colmo de todo,
en un lugar donde
nadie cree en las almas;
y menos,
en un alma poética.
@SolitarioAmnte / viii-17
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
Reminiscencia de Invierno (parte VII – final)
Ese lunes por la mañana Salvatore llama a Alessandra camino a su trabajo. Le dice que es vital conversar esa misma tarde. Le pide que salga...
Cristales rotos
-
Jugamos a ser seres vivos, de esos que se autoproclaman estar en el pináculo de la evolución ( habría que ver que piensan los delfines de...
-
A pies descalzos camino, entre los cristales de mi corazón roto, en la habitación de mi alma. Vacío de tormentas, inundado de tu ausencia, ...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario