Y te esfuerzas por escribir
en las páginas del destino,
─que parecen en blanco─
con una pluma necia
que dibuja versos rimbombantes
que para ti dicen todo lo que sientes;
y para algunos dicen algo,
y para muchos es como oir llover,
y para ella no dicen nada.
Y con esa tu terquedad,
aras en el mar,
haces castillos en el aire,
persigues el conejo de Alicia,
y hasta combates molinos de viento
que nunca fueron tus enemigos.
Con el tiempo notas
que todo lo que escribes
en esas páginas se evapora
y emergen las verdades palabras
que estaban escritas para ti,
como con tinta invisible.
Y quizás ese adiós
que ahora emerge
es y era inevitable,
inquebrantable e irreparable.
Y notas que está escrito
con la misma caligrafía del adiós
que hace tiempo,
pero hace tanto tiempo, nos dijimos;
un adiós sin lágrimas,
pues las primaveras
aún no habían
roto todas sus promesas,
y los soles de multitud de veranos
aún estaban por nacer,
para luego morir, como siempre.
─No es nada personal ─me dices.
─Se nos fue la vida deshojando margaritas ─reflexionas.
─Es destino ─concluyes.
@SolitarioAmnte / viii-17
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