"Tú eres lo único en que puedo
descansar mi corazón, lo único
en que puedo pensar con dulzura
y sosiego, y no quiero perderte..."
~ Jaime Sabines
Me dediqué a perderte...
No como se pierden
las cosas cotidianas
y no cotidianas por accidente;
como cuando extravié
ese último pañuelo
que me obsequió mi madre,
costumbre olvidada
por los caballeros de hoy
¿caballeros? ¿cuáles?
Otra cosa extraviada.
Me dediqué a perderte...
Y no fue cosa del azar
como para maldecir
mi suerte.
No hubo moneda
lanzada al aire
ni deshojar de margarita.
Me dedique a perderte...
Con premeditación y alevosía.
Clavé mil puñales
en mi corazón herido
hasta que dejara de latirte.
Amarré un lazo
del mástil más alto
y ahorqué allí las ganas
de quererte hasta la muerte.
Llené la bañera
con las lágrimas
que íbamos a derramar;
las tuyas, las mías
y las nuestras.
Me sumergí en ellas
y en un acto despiadado
desgarré a dentelladas
las venas en las muñecas
de la ilusión de ser nuestros
por siempre.
Me dediqué a perderte...
Tomé a propósito
las pastillas que provocan
el alzheimer de los enamorados,
esas que provocan amnesia selectiva
y borran en forma abusiva
todas las promesas emitidas.
Uno a uno apagué
todos los luceros
en el cielo de nuestra esperanza.
Uno a uno desconecté
todos los pajarillos
que dejaron de trinar
nuestra melodía de amor.
Subí al máximo
la presión de agua
en todas las nubes grises
del invierno de nuestro adiós;
invierno que duraría más
que el gran invierno
del Juego de Tronos.
Me dediqué a perderte...
Me quedé
sin el abrigo de tu amor;
y aquí afuera hace frío,
hace mucho frío.
@SolitarioAmnte / vii-17
martes, 4 de julio de 2017
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