Ahí estás, disoluta.
Caminas en los pasillos
de la calma,
en tacones altos
y muslos desnudos.
Y tus pechos brillan
alumbrando senderos.
Ahí estás, impoluta.
Descansas tu cuerpo,
horizontal,
sobre un sofa rentado,
y al suelo
lees poesía muerta...
¿O es la poetisa la occisa
y sus versos aún vivifican?
Ahí estás, resoluta.
Escribes en piedra
nuestras promesas
y quemas al fuego
nuestras bajezas;
arrastras cometas
a bordes estelares
y ordenas el universo
con tus avatares.
Ahí estás, hirsuta.
Lanzando improperios,
rasgando misterios,
maldiciendo la luna,
carcomiendo tus ganas,
clavando tus colmillos,
bebiéndome
la vida que mana.
Ahí estás, enjuta.
Esencia anémica, desganada.
Famélica, ajada,
y desvencijada.
Aferrándote
a una historia
que no es tuya,
a una memoria
de recuerdos hurtados
de la bruma.
Ahí estás, absoluta.
Sol de mis mañanas.
Estruendo
en mis tormentas.
Todas las margaritas.
Ríos sin desembocadura.
Noche oscura.
Dulce averno.
Utópico paraíso.
Infierno negro.
@SolitarioAmnte / vii-17
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