Ese lunes por la
mañana Salvatore llama a Alessandra camino a su trabajo. Le dice que es vital
conversar esa misma tarde. Le pide que salga temprano y que lo acompañe al
parque pues tiene cosas muy relevantes que contarle sobre su viaje a Monterrey.
Alessandra queda sorprendida de saber que él anduvo en Monterrey el fin de
semana y le dice que ella también tiene información muy extraña que compartir
con él sobre una charla que tuvo con doña Juana el día sábado. Alessandra no
tiene que rogar mucho a Claudia para que la cubra esa tarde; después de lo que
ambas vivieron en la cocina de doña Juana, sabe que es crucial esa cita.
Salvatore por su lado, pasa muy mal rato rogando a su jefe que le deje salir
temprano, una vez más; inventa alguna cita inesperada con el IRS, y en Estados
Unidos ese es siempre un tema de respeto; de mala gana, el jefe accede. En el
parque, los copos de nieve caen con una tristeza, como si tuvieran el augurio
de que esa tarde, alguna hermosa historia de amor, podría acabar. Alessandra y
Salvatore caminan de la mano, se miran fijamente a cada rato mientras lo hacen;
ninguno comienza tratando el tema grave que necesitan abordar. Hablan de
nimiedades. Se preguntan del trabajo. De como van las ventas en la pastelería. De
como están los clientes de Salvatore. Finalmente se sientan en una banca,
respiran profundo y Alessandra le cuenta todo lo sucedido donde Juana. Salvatore
por su lado, le cuenta los increíbles hallazgos de Solomon en los archivos de
Remembrance. Ninguno de los dos quiere dar crédito a las historias que cada uno
cuenta y a la increíble coherencia y consistencia de ambas. Alessandra llora
mientras cuenta su parte, las lágrimas caen al suelo como granitos minúsculos
de hielo. Salvatore tiene una cara de aflicción imposible de esconder. Ambos
deciden ignorar todo lo que han investigado. Simplemente no pueden dar crédito
que el uno o el otro se haya hartado de la relación y del intenso amor que vivían.
Los meses pasan
volando. En menos de diez días Alessandra rompe definitivamente con Salvador,
su prometido. Le cuenta que ya sabe toda la verdad y Salvador no opone ninguna
resistencia. La abandona de inmediato, sin drama. En menos de un mes, ella se
muda al apartamento de Salvatore. El mes siguiente dan rienda suelta a su
pasión. Las noches no les alcanzan, pues el deseo y el amor les desborda. Los
primeros meses son de idilio total, se enamoran tan profundamente, como nunca
antes lo habían estado. A partir del cuarto mes, algo empieza a ir mal. Todo lo
que investigaron meses atrás empieza a hacerse realidad, inclusive una realidad
más dramática que lo que les habían contado. Alessandra desarrolla paulatinamente
una codependencia muy intensa y maliciosa. Empieza a tener un comportamiento
compulsivo, obsesivo y controlador. Salvatore la ama desesperadamente y aguanta
con valentía todo lo malo que se viene. Sus encuentros sexuales no menguan ni
un ápice a pesar de todo. Una tarde cualquiera de sábado, volverían al
apartamento a las tres de la tarde y pasarían desnudos hasta la media noche,
devorándose el uno al otro, con o sin coito; y la cantidad y calidad de sus orgasmos
es algo fuera de este mundo.
A los seis meses
todo ha concluido. Salvatore se ha mudado de ciudad, ha puesto una orden de restricción
contra Alessandra. Ha viajado a Monterrey a hacerse un borrado voluntario de
memoria, olvidar a Alessandra y todo lo que tenga que ver con ella, otra vez.
Alessandra pierde toda cordura, literalmente. Se le diagnostica algún tipo de
demencia. Es recluida en un centro especializado para recibir el cuidado y
tratamiento que corresponde. Claudia se encarga de todo. Las ganancias de la pastelería
son suficientes para cubrir con esos gastos y aunque no lo fueran, Alessandra
es su amiga del alma. Sufre mucho por ella. La visita todos los sábados sin
falta. En cada visita, Alessandra le cuenta sus delirios de relación con
Salvatore, una que aún no termina; le cuenta como él la visita a escondidas
todas las noches, se mete a su cama y le hace el amor toda la madrugada. Y
siempre se despide diciendo que la ama con toda su alma, que pronto la
rescatará de esa clínica, que ya casi desbarata toda la organización de Remembrance,
y cuando concluya, ella será liberada y vivirán felices para siempre. “Salvatore,
te amo”, es lo que ella siempre le dice al verlo salir por la puerta de su
habitación.
Seis meses atrás,
esa noche de domingo, Salvatore llega casi en automático a la casa de Solomon,
al sucio y lúgubre sótano donde vive. Por el camino lo asalta la incertidumbre,
la ansiedad, el desespero. No puede creer que su historia con Alessandra no
acabe de comenzar, que ya tengan esa historia previa. Esa historia tan extraña,
y que inclusive ni esa historia es verdadera, según lo que Solomon le ha
anticipado por teléfono. ─Tú y Alessandra nunca han estado juntos. Nunca se
conocieron en verdad. ─le dice Solomon─ todo comenzó con un concurso que ambos
ganaron en alguna red social, alguna encuesta que llenaron y salieron
favorecidos con unas vacaciones de ensueño ─Solomon continúa relatándole ese
mecanismo que Remembrance utilizó en el pasado, unos tres años atrás, cuando su
tecnología estaba en versión beta. Y le cuenta como las dichosas vacaciones de
ensueño eran en realidad una prueba beta de implantarles los recuerdos de unas
vacaciones. Que coincidentemente Salvatore y Alessandra eligieron Milán como
destino de su viaje vacacional. Lo que Remembrance hizo sin su autorización fue
agregar la experiencia de romance fugaz, y para que ésta fuera más intensa cruzaron
sus dos personajes. Cada uno había sido la experiencia romántica del otro. A decir
verdad, había un buen nivel de seguridad en la experiencia, estaba garantizado
que el romance sería superficial y temporal y que sembrarían en ambos un sabor
de haber sido algo bello, pero que no iba a tener trascendencia alguna. Tiempo
después, algo inaudito ocurrió. Los recuerdos sembrados en cada uno de ellos
empezaron a crear nuevos recuerdos, unos que no fueron implantados, y que
obviamente tampoco correspondían a ninguna realidad. Esos nuevos recuerdos
incluyeron la continuidad de su relación de vuelta en Estados Unidos. Y un
breve periodo de un año en el que se amaron con una intensidad, como ninguno
había experimentado en su vida real, al punto de hacer planes de casarse. La
relación ─en la virtualidad de sus nuevos recuerdos─ sin embargo, se deterioró
porque Alessandra desarrolló una obsesión maliciosa y un síndrome de bipolaridad
que hizo que continuar juntos fuera poderosamente peligroso para ambos. Si bien
la relación que su cerebro inventó a raíz de los recuerdos primarios
implantados no era 100% idéntica para ambos, los puntos de coincidencia eran
asombrosos. En la vida real, dos personas no recuerdan una relación 100% igual
tampoco, cada quien le ve sus matices y la ve a través un cristal distinto.
Todos los participantes de la prueba beta eran monitoreados quincenalmente por
personal calificado de Remembrance y al detectar esa anormalidad los invitaron
a ambos, cada uno en fechas distintas, a realizar otro viaje a Remembrance,
donde se les contó la verdad de lo que les acontecía y al descubrir ambos que
todo era una farsa creada en su cerebro, optaron por un borrado total de toda
la experiencia: De los recuerdos que nacieron espontáneamente, del viaje original
a Monterrey, de las vacaciones inventadas en Milán, del romance fugaz, de todo
lo concerniente al tema. Y para hacer verosímil todo el tema y liberar de
responsabilidades a Remembrance les pidieron que grabaran los videos falsos en
que ambos confirmaban haber tenido una relación real, que se tornó dolorosa y
decidieron borrarla de su memoria. Alternativamente, había unos video reales de
todas las sesiones que habían tenido con ellos; estos últimos eran
ultra-secretos y estaban encriptados con criptografía cuántica, indescifrable
para el mortal promedio; mas no para Solomon. Como parte de los servicios de
borrado, Alessandra optó por el detalle de conocer un nuevo novio de inmediato,
alguien que sagazmente la conquistara y le propusiera matrimonio, y que tuviera
un nombre similar al de Salvatore. De allí surgió Salvador. Por su lado, Salvatore
optó por que le sembraran un desgano y apatía total hacia una nueva relación,
prefería quedarse como un lobo solitario. Doña Juana y algunos otros
personajes, eran personal de Remembrance, que se aseguraban de lo verosímil de
las historias, y ante el encuentro inesperado de Salvatore y Alessandra,
activaron un plan “B” que hiciera creíble la cuartada de Remembrance en todo el
tema ─¿Tienes una memoria USB que me prestes? ─pregunta Salvatore─ cópiame allí
todos los videos por favor, me los llevo para revisarlos nuevamente con calma
esta madrugada ─. Solomon hace la copia y lo despide con un efusivo apretón de
manos, de alguna manera le había cogido cariño a Salvatore ahora, a pesar de la
falta de empatía que caracterizaba a Solomon. Salvatore regresa a su casa,
conduce con mucha calma, como sedado, como hipnotizado. Los videos vistos pasan
por su cabeza una y otra vez, dando punzadas en su corazón, cada vez más
fuertes. “Alessandra, te amo”, susurra mientras conduce por la larguísima
autopista que lo lleve de regreso a su hogar vacío, un hogar donde Alessandra,
en la realidad, nunca tuvo parte.
FIN.
@AljndroPoetry
2018-ene-12